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El Ritz-Carlton, Montreal

El Ritz-Carlton, Montreal

Al caer la noche, la entrada del club deslumbra con una porte-cochère ornamentada y bañada de luz. La intrincada herrería, las luces de cadena brillantes y la marca icónica crean una bienvenida real, mientras que la majestuosa fachada de piedra (adornada con detalles arquitectónicos clásicos) rinde homenaje al patrimonio de la ciudad, estableciendo un tono de prestigio desde el momento de la llegada.


El salón emana sofisticación íntima: los pisos de madera pulida se encuentran con una chimenea de mármol, proyectando un brillo cálido que complementa la lujosa tumbona estampada y el sofá a medida. La iluminación ambiental suave, las cortinas aireadas y las obras de arte seleccionadas transforman el espacio en un refugio sereno para relajarse o conversar en privado, equilibrando la comodidad con la opulencia discreta.


Este espacio es una obra maestra de grandeza: un enorme candelabro de cristal cae en cascada sobre una rica mesa de madera, rodeada de sillas tapizadas en azul a medida. Tapices ornamentados que representan escenas clásicas se alinean en las paredes, mientras que una alfombra púrpura geométrica ancla la habitación, creando una atmósfera adecuada para reuniones de alto riesgo o eventos gastronómicos exclusivos, donde convergen el arte y la funcionalidad.


El vestíbulo se despliega como una galería de lujo: columnas de mármol dorado, candelabros de inspiración vintage e intrincadas molduras de pared evocan el glamour del viejo mundo. Una amplia alfombra estampada guía a los huéspedes a través del espacio, donde las exhibiciones seleccionadas (desde ropa fina hasta arreglos florales) y los lujosos rincones para sentarse invitan a una pausa, convirtiendo la experiencia de entrada en un viaje a través del gusto refinado y el encanto de la herencia.

En todas las zonas, la casa club fusiona el esplendor arquitectónico histórico con el lujo moderno y personalizado, elevando cada momento de hospitalidad privada a una forma de arte.